sábado, 12 de noviembre de 2011

Arquitectura


La vida y un edificio, son mucho mas parecidos de lo que pensamos. Todas las personas intentamos diseñar nuestra vida igual que un arquitecto realiza los planos de un edificio, buscamos tener todo lo que queremos desde un principio, casarnos, tener hijos, un buen trabajo... Sin embargo, casi nunca salen las cosas según lo planeado, un minuto y todos nuestros planes se desvanecen, lo que pensábamos que iba a ser, se vuelve en un : “Jamás lo hubiese imaginado”. El gran causante es nuestro amigo/enemigo el destino, él seria el equivalente de un terremoto que derrumba el edificio.
Cuando aparece tiene unas consecuencias que apenas podemos entender, un día cierras los ojos y al abrirlos nada vuelve a ser igual. En ocasiones ver nuestros planes desparecer hace que imaginemos lo peor : “seré un fracasado y ¿porqué tengo que luchar siempre contra todo?”, esto no es mas que la frustración de no poder tener el control sobre nuestras vidas. A pesar de todo, el destino siempre tiene un propósito y aparece para mostrarnos el autentico camino que debemos seguir, porque la magia de la vida es: Equivocarse. Cualquier detalle o momento por pequeño que sea tiene una importancia vital, personas, sucesos, vivencias … todo aparece en nuestra vida para enseñarnos algo y marcar nuestro objetivo. El destino y el tiempo van de la mano y si uno se encarga de guiarnos, el otro nos enseña, y quizás, la enseñanza mas valiosa sea que no es malo caer pero no levantarse, es lo peor.

1 comentario:

  1. Te voy a seguir siempre, no se puede ser más preciso en la idea del fatum.Me gusta lo que escribes y cómo lo escribes

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